Archivo para octubre, 2018

Sermón del Monte (Mt. 5)

viernes, octubre 5th, 2018

Podemos entender a los relatos evangélicos como historias y/o biografías de Jesús,  lo cual es muy bueno, pero hoy querría que también consideremos  a los mismos, desde otro punto de vista, es decir, desde la mirada descriptiva de su obra, lo que quiero proponerles es que hagamos el esfuerzo de ver todas estas narraciones como exposiciones,  tanto  de su obra salvífica, como del retrato de Rey de Reyes o de Salvador del mundo.

Veremos entonces que la estampa de Jesús está atravesada por distintos diseños o enfoques personales; estos cuatro autores que el canon bíblico rescata  guiados por el Espíritu Santo nos van a mostrar distintas actitudes, posturas de una personalidad única: el libro de Mateo lo presenta como rey, para Marcos es la figura del siervo, Lucas destaca su hombría y para  Juan es Di-s mismo encarnado.

Es de esta forma como los cuatro libros presentan a la persona del Señor Jesús, desde su óptica distinguible.

Por estas múltiples facetas de la personalidad de nuestro Señor, es que nosotros podemos apreciarle en su rol del Mesías  esperado,  o del Profeta de Di-s, o del Sacerdote, o del Rey, con toda la carga que cada función conlleva, (como Profeta, siendo Di-s,  era la voz de Di-s mismo; como   Sacerdote, vino a ser tanto el sacrificio como el realizador del mismo; como Rey fue rechazado en su primera venida, pero no será así en su segunda, ya que deberá cumplir con el pacto davídico.

Estos evangelios, (llevan el nombre de buenas nuevas) son los que nos van a describir la iniciativa tomada por Di-s mismo de  hacerse hombre, humanizarse,  para poder actuar de forma directa y en un claro plano de semejanza, e igualdad de condiciones dibujarle a la humanidad su propia imagen, rescatarles de su vana manera de vivir.

Bienaventuranzas

Mateo, el autor de esta homilía de Jesús lo introduce en algún monte cercano al lago Tiberíades, algunos exegetas ven en esta actitud un acto de paralelismo entre Jesús y Moisés y el monte Sinaí donde se le entregó las tablas de la ley. Esto obedece a que en este acontecimiento discursivo del maestro se lo entiende como al Señor Jesús entregándole a la humanidad la nueva y definitiva ley, recalcando la oposición entre la ley Mosaica  y esta nueva interpretación.

Felices,  Dichosos, Bienaventurados, expresiones que dan entrada a las buenas noticias, que son dirigidas a esa población ignorada y despreciada por “los que mandan”, aquellos que mantienen una posición social decisiva en nuestras sociedades humanas, las palabras de Jesús reivindican a estos otros que conforman lo que en tiempos modernos conocernos como “mayoría silenciosa”. Jesús no les está hablando a las 12 tribus tradicionales, (se encuentra en Galilea de los Gentiles), tampoco utiliza  el idioma hebreo bíblico, sino que les habla en el lenguaje común y llano del pueblo.

Este evangelio nos enseña que los pobres, quienes lloran, quienes alguna vez quisieron patear el tablero de la existencia, o a maldecir su suerte, sus culpas, a los que se compadecen de los otros, pacificadores, de limpio corazón, a los perseguidos e insultados por causa del señor. (Lucas solo plantea tres bienaventuranzas: los pobres, los que lloran y quienes tienen hambre).

Esto no reviste mayor importancia, pues ambas nos muestran, con mayor o menor precisión  a un pueblo sufrido.

El mensaje de bienaventuranza no debe entenderse desde un punto de vista escarnecedor, sino  como que somos  merecedores del Reino de los Cielos, pero no como una recompensa que tendremos luego de nuestra muerte, sino como un anticipo que se estableció,  hoy con Jesús, quien nos dice que su Padre está presente entre nosotros, ¿Quiénes? Aquellos que nos sentimos y mostramos  como Di-s quiere vernos.

 

Jorge L. Rodaro

Por qué lo matan a Jesús?

jueves, octubre 4th, 2018

¿Por qué lo matan a  Jesús?

La respuesta no es tan sencilla como nos puede parecer hoy.

Por un lado su muerte es consecuencia directa de un rechazo frontal y absoluto por parte de los jefes religiosos de su pueblo, rechazo a sus enseñanzas y en último caso rechazo a su persona. No todos quienes plantean este rechazo es gente malévola, salgamos de las versiones cinematográficas, tanto los sacerdotes, como los escribas, y los fariseos no todos eran gente depravada, que se opusieran a Jesús porque éste gozaba de buena prensa y corría el riesgo sus pingües negocios. Sino que había también gente religiosa que pretendían ser fieles a la voluntad de Dios, que para ellos estaba definida en la ley de Moisés.

La disyuntiva que se planteaba es: ¿Era Jesús ese profeta mesiánico de quien hablaban las escrituras como creían algunos de los que le seguían, o era el anti profeta oportunista que seducía al pueblo y lo alejaba de la religión judía?

Algo difícil de resolver, ya que por un lado Jesús iba claramente contra la Ley y contra el Templo, signos de un anti profeta. Pero por el otro, los signos de amor a todos que hacía, eran una muestra de que Dios estaba con él, como dijo el mismo Nicodemo.

Lo mataron porque denunció que esas autoridades religiosas utilizaban tanto  a Di-s  como a la religión para oprimir al propio pueblo. Pero ellos, pensaban  que era el propio  Di-s el que legitimaba ese dominio sobre la gente sencilla. Le mataron por afirmar, con hechos y palabras, que el hombre concreto está por encima de la Ley y del templo.

El Señor no era un inconsciente ni mucho menos un loco, masoquista, sino que se dio cuenta que los jefes religiosos querían eliminarlo[i]. Es importante entonces poder descifrar que razones  tenía  Jesús para seguir diciendo lo que tenía que decir y haciendo lo que tenía que hacer, a pesar de que estaba seguro que eso le acarrearía la muerte,  tomando responsablemente la decisión de ir a Jerusalén donde estaba el verdadero peligro (Herodes Antipas lo creía la reencarnación de Juan el Bautista, que él mismo había mandado a decapitar). Para Jesús  ser fiel a sí mismo y a Dios, era más importante que salvar su vida, hecho valorable, ya que  permitió que lo mataran para demostrar que la única manera de servir a Di-s es ponerse del lado de los oprimidos. Tengamos en cuenta que no solo se trató de su muerte física, sino de la total aniquilación y escarnio de toda su persona ante la sociedad. Pensemos entonces que la muerte de Jesús, fue consecuencia de su vida,  y de sus  enseñanzas.

La resurrección ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?[ii]

Cuántas veces, en nuestro andar cotidiano, necesitamos que nos digan: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? ¿Cuántas veces buscamos la vida entre las cosas muertas, entre las cosas que no pueden dar vida, entre las cosas que hoy están y mañana ya no estarán?.

La encarnación no ha sido una programación por parte de Di-s para que su Hijo muriera en la cruz y de este modo nos librara de nuestros pecados. Jesús fue plenamente un ser humano que tomó sus propias decisiones. Porque esas decisiones fueron las adecuadas ya que nos ha marcado a nosotros el camino de la verdadera salvación.

Pero este Jesús siempre desafía nuestra fe, ya que una vez resucitado, se pudo haber ido caminando desde el sepulcro a Jerusalén, y mostrarse en el templo, o golpear la puerta de la casa de Pilatos,  o de Caifás, o de Anás, pero El  simplemente eligió ser visto en primer lugar, por una mujer[iii], esa misma mujer que es mencionada tanto en los evangelios canónicos como en los otros, y que tan solo era una mujer dentro de esa sociedad patriarcal y encima tildada de pecadora, gracias a la comunidad de Lucas[iv], sabemos que Jesús la liberó de 7 demonios.

En el comienzo del Medioevo, durante la homilía de un equivocado papa,  es cuando se la tildó de prostituta, a raíz de la confusión con la María de Betania o con la mujer adúltera que no se denomina en el evangelio de Juan[v], en Europa también se la legendarizó como la supuesta pareja de Jesús, argumento que aún hoy persiste. Pero lo que no debemos olvidar es que María de Magdala, fue una discípula de Jesús muy valiente y leal, ya que fue testigo presencial de los acontecimientos de la crucifixión, ella vio como la soldadesca golpeaba y humillaba al justo ante una multitud que pedía que lo crucifiquen, también escuchó la sentencia de muerte para Jesús, permaneció, junto con otras mujeres al pie de la cruz tratando de consolar a su rabí mutilado. Merecía que Jesús le concediera el privilegio de ser testigo temprana de su resurrección y que todos los demás supiéramos por sus propias palabras que el Señor Jesús venció a la muerte.

Convertiste mi lamento en danza; me quitaste la ropa de luto y me vestiste de fiesta[vi]

En el camino a Emaus[vii], se nos habla de dos personas acongojadas sus sueños e ilusiones les fueron arrebatados, ambos iban camino al crepúsculo, probablemente la puesta del sol les jugó una mala pasada, ya que seguramente  fueron encandilados por el astro descendiente, es por eso que no reconocieron al Maestro, que recién reconocen en la cena común cuando parte el pan, Jesús tiene la habilidad de que todas las cosas tengan sentido en nuestras vidas, y su presencia no es solo nuestra, se hace nuestra cuando la compartimos al igual que el pan y el vino. Los cristianos no debemos ir hacia el ocaso, sino hacia el oriente, al igual que los primeros israelitas que salieron de Egipto hacia el amanecer[viii]

Es también probable que los discípulos hayan seguido juntos en el aposento alto donde habían celebrado la pascua, pero su actitud me hace recordar un poema de Jorge Luis Borges:

“Y la ciudad, ahora, es como un plano

De mis humillaciones y fracasos;

Desde esa puerta he visto los ocasos

Y ante ese mármol he aguardado en vano.

 

Aquí el incierto ayer y el hoy distinto

Me han deparado los comunes casos

De toda suerte humana; aquí mis pasos

Tejen su incalculable laberinto.

 

Jorge L. Rodaro

[i] (Lc.  13:31-33)

[ii] (Lc. 24: 5)

[iii] En el relato de Mateo se habla de dos mujeres

[iv] (Lc.  8:3)

[v] El 21 de septiembre de 521, Gregorio I ofreció misa en la Basílica de San Clemente de Roma, y de allí proviene su famosa homilía

[vi][vi] Salmo 30: 11

[vii] (Lc.  24: 13- 25)

[viii] (Nm. 21:11)

 

 

Ensayo sobre María de Nazareth

miércoles, octubre 3rd, 2018

Tianfu Ensayo sobre María de Nazareth

Tanto el nombre de María o Myriam (según la lectura que corresponda), como así también el personaje que representa,  ha sido objeto de muy diferentes tratos entre las diversas denominaciones cristianas;  habrá quienes rescatan a María desde un trasfondo católico-romano, ubicándola en un sitio no bíblico, sino propuesto por la tradición, donde se le atribuyen un sinnúmero de potestades espirituales más ilusorias que verdaderas, y en franca contraposición,  cuando ésta es  apreciada desde una perspectiva evangélica, se nos muestra a una María inerte, poco conocida, y en algunos casos hasta prescindente. Sin embargo María fue indispensable para el cumplimiento del  plan de Di-s, ya que fue escogida por el Señor mismo para llevar en su vientre al Mesías

Es necesario entonces, arrojar luz para dilucidar este controversial tema, simplemente escudriñando lo que Di-s nos quiere revelar por intermedio el Espíritu Santo, a través de la lectura de su  palabra.

El historiador y cronista conocido como Lucas, (apócope de Lucanos), un médico gentil, que fue amigo del apóstol Pablo (Col. 4: 14), erudito e investigador,  que si bien no fue  testigo presencial de los hechos transcurridos, pero que mantuvo una serie de entrevistas con María de Nazareth, tiempo después de haber transcurrido tales sucesos, y que los terminó reconstruyendo en su evangelio. Tengamos presente que si María engendró a Jesús a los 16 años, tendría alrededor de 50 años cuando éste fue crucificado, y probablemente haya tomado contacto con Lucas entre sus 65 o 70 años de edad, (etapa en que el ser humano tiene mayor memoria remota, que reciente), es muy probable que el evangelista, haya escrito los dos tomos de su obra, (Evangelio y Hechos) como ensayo para ser utilizado a modo de prueba en  defensa del apóstol Pablo, preso en  prisión, por el juicio que éste confrontaba ante  el tribunal de Roma (Hch. 28: 1-16). Tal reconstrucción de sucesos será utilizada como la principal fuente de información para la realización del presente trabajo.

En este tercer evangelio, redactado entre los años 60 y 70 de nuestra era, en el capítulo 1 versículos 26 y 27, Lucas nos cuenta: “al sexto mes, (se trata del sexto mes de embarazo de Isabel, esposa del sacerdote Zacarías, prima de María, y también  futura madre  de Juan el bautista) el ángel Gabriel fue enviado por Di-s a una ciudad de Galilea, llamada Nazareth, a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María”,   Acto que se conoce como La Anunciación.

Tanto en el judaísmo como en el cristianismo, Gabriel es un mensajero enviado por Di-s a ciertas personas. Anteriormente había descendido en Judea para encontrarse con Zacarías, sacerdote de la orden de Abías, esposo de Isabel, mientras éste realizaba la ofrenda del incienso en el santuario. Aunque Judea era el lugar donde se encontraba el Templo, éste era un pueblo de características más bien rurales, Mientras que  Galilea, por el hecho de encontrarse entre fronteras con  otras naciones, presentaba ciudades más urbanas y de mayor desarrollo. Los galileos no estaban muy  bien vistos en aquellos tiempos, por su relación con poblados gentiles, la región se la conocía como “Galilea de los gentiles”, sus pobladores habían establecidos lazos comerciales y étnicos con gentes de ciudades no judía, por lo cual no eran considerados  “aptos” (Cashrut en hebreo o Kosher en yiddish) por los otros judíos.

Gabriel el ángel del Señor, descendió sobre Nazareth, una población situada en la “Galilea de los Gentiles”. Nazareth, como toda ciudad galilea, manifestaba cierto aire gentil, e incluso también soportaba mala fama entre aquellos judíos no galileos, (Jn. 1: 43-46). Pero lo que resulta interesante, es que Gabriel, para realizar la elección de una jovencita encomendada por mandato divino, se dirige a Nazareth y no a Jerusalén, que oficiaba como el centro religioso oficial, donde se encontraban las élites compuestas por fariseos y  saduceos.

La sociedad religiosa judía por aquel entonces, estaba compuesta por dos grupos mayoritarios: los sacerdotes saduceos, que celebraban sus rituales en el Templo y los fariseos que se establecían en las Sinagogas, ambas clases van a representar a los grupos o partidos religiosos mayoritarios de esta época, los saduceos conformaban lo que sería definido como el partido aristócrata conservador, que encontraba su fortaleza en el templo, ya que se trataba de un grupo no muy numeroso, pero con mucha fuerza social, manifestaban tener  una naturaleza desconfiada y eran de proceder cauteloso, (el ángel Gabriel, lo comprobó con el sacerdote Zacarías), negaban la inmortalidad y la resurrección, no creían en ángeles ni en espíritus, (Hch. 23: 6-8) rechazaban la tradición oral ya que solamente creían en la aplicación rígida y severa de la ley mosaica, aceptando como autoridad, solamente los escritos del antiguo testamento. En contraposición a éstos, la secta de los fariseos, eran quienes expresaban una sólida tendencia legalista, ya que se entregaban al estudio a fondo de la Torá y de las tradiciones rabínicas, teniendo a estas últimas en muy alta estima, poniendo énfasis en un ritualismo que se basaba sobre todo lo referente a guardar el sábado, ofrecer diezmos, y a guardarse puros ritualmente, tales  entes eran exteriorizados de una manera excesiva por los integrantes de este grupo quienes  además, demostraban muy poco interés en cuestiones políticas,  apreciaban la lealtad y el compañerismo entre sus pares.

María, una jovencita campesina que contaba con unos 15 o 16  años de edad, se encontraba desposada con José, descendiente de la casa de David, un modesto y humilde trabajador de carpintería de obra, al decir que María estaba desposada, entendemos que la pareja  estaba viviendo el período prenupcial que tienen las parejas judías. En una forma muy resumida y basándonos en referencias muy dispersas y fragmentarias, entendemos que el matrimonio en Israel se constituía en tres pasos: en primer lugar se establecía un pacto de boda por parte de los padres de los futuros novios, en este pacto que se realizaba generalmente cuando los pretendientes eran aún pequeños, los padres o tutores de ambos los comprometían en futuro casamiento, el segundo paso era cuando ambos jóvenes ya mayores, se desposaban, esto quiere decir que mediante una pequeña ceremonia de compromiso, se desposaban mutuamente, este período duraba un año, (la pareja durante ese lapso no convivía), y tenía como  finalidad mostrar a la sociedad, el estado virginal de la futura esposa,  era un compromiso formal que tenía carácter matrimonial legal,  ya que para incumplirlo, se debía recurrir a la figura del divorcio, (es por eso que en Israel se daba la circunstancia de “viudas vírgenes”), María estaba en esta circunstancia cuando es visitada por Gabriel,  y por último, finalizado ese período prenupcial, se cumplía el tercer paso que consistía de una ceremonia por la cual la novia era conducida a la casa del novio donde iban a vivir juntos.

El ángel, entrando donde María se encuentra, la saludó con las siguiente palabras: “Salve muy favorecida, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres”.  Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres. Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta. Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.  (Lc. 1: 28 al 33). Los interrogantes que le habrán surgido a María, fueron los mismos que nos podrían surgir a muchos de nosotros: ¿Por qué yo? ¿Ya estaré casada con José cuando ocurra? Pero María mostrando una simple pero firme fe, solo va a preguntar ¿Cómo se va a llevar a cabo ese extraordinario suceso? (Lc. 1:35 al 38). Este comportar de María nos permite intuir sobre su personalidad, se nos presenta como una mujer valerosa, ya que este llamado evidenciaba ser victima del desprecio de la sociedad patriarcal y machista en la que vivió, pero también  nos deja ver como era su fe, y nos propone un ejemplo de esa fe para nosotros mismos,  ya que cuando Di-s nos anuncia un suceso, cuando Él acuerda algo con nosotros, la respuesta que debemos darle es  desde un corazón agradecido, diligente, ilusionado y deseoso: “Hágase conmigo conforme a esa palabra”. Con que humildad de corazón, coronó su repuesta al ángel, ella sabía que si el Señor te distingue, también se encarga de todo lo demás.

La humildad de María era la ética que Nuestro Señor necesitaba en quien iba a llevar a su Hijo Unigénito en su matriz, porque El sabía que el diablo intentaría tentarla como tentó a Eva, a través de la seducción que brindan las promesas mentirosas, la estrategia diabólica va siempre para el mismo rumbo, el poder ser como Di-s, en este caso robándole la gloria al Unigénito del Padre, proponiendo inescrupulosamente una falsa figura de ella, que acaparase toda la  atención de la humanidad hacia ella, pero, no lo pudo lograr con la verdadera ya que ella no buscó su propia gloria, sino que tuvo que pasar mucho tiempo después de muerta, para la construcción de esa falsa doctrina que se ha extendido por toda la orbe.

Dos rasgos que también se destacan en su personalidad, son: su carácter humilde y su coraje. Fue humilde en el episodio de Caná de Galilea, cuando Jesús realiza su primer milagro al convertir en vino el agua de las abluciones, “Haced todo lo que Él os dijere” Jn. 2: 5 RVR). Situación difícil la que se les presenta a los organizadores de ese evento, calcularon mal y se les había acabado el vino.

María preocupada por tan angustiante situación, se lo refiere a su hijo, Jesús le llama mujer, lo que nos demuestra que  su posterior actuación no se va dar en  relación con el marco familiar. María supo siempre que no era la voz preponderante, no rogó, ni se impuso, simplemente le anunció a Jesús cual era la carencia de esa boda, lo que nos demuestra que ella también era consciente de la autoridad de Cristo, después de esta escena, María va a decir su mensaje de mayor importancia; “haced todo lo que Él os dijere”, que en otras palabras se puede condensar en el que tiene la solución es Él, y Él les dirá que se debe hacer.

El otro rasgo, es el que nos habla de una mujer de coraje, como lo demostró al pié del calvario, como testigo de la ejecución de su hijo.

La Biblia nos habla de las multitudes que lo seguían. Hubo quienes lo seguían por como enseñaba, otros por los milagros que Él realizaba,  Otros porque les daba de comer ya sea  multiplicando los panes o con pescas abundantes. (Mc. 3: 7 y 6: 6). Esa misma multitud que lo seguía para recibir sus milagros, fue la que produjo un cambio radical de sus ideología cuando comenzaron a  gritar “crucificadle, crucificadle” (Jn.19: 6) al momento que el Señor fue llevado al Pretorio ante Pilatos, nos parece algo increíble que aquella gente que le seguía, no solo no se comportó agradecida con Jesús, sino que lo quiso matar. Tampoco fueron excepción sus doce discípulos, ellos también tenían sus pormenores: Pedro le negó tres veces, Judas le traicionó por monedas de plata, Tomás adoptará una postura incrédula. Por nuestra naturaleza todo lo que nos sucede en nuestro interior se va a manifestar en nuestro exterior.

Pero junto a la cruz en el Gólgota, solamente estaban de pie: su madre, María la esposa de Cleofás, Salomé, María Magdalena y Juan el discípulo amado por el Señor, (Jn. 19: 25 al 27); quien contaba con unos 15 o 16 años, todos quienes le conocían estaban de pie a lo lejos, pero estas mujeres, no le tuvieron ningún miedo al  poderoso ejército romano. También estuvo presente cuando Jesús ascendió a los cielos (Hch. 1: 13 y 14), y se encontró entre los 120 que  recibieron el Espíritu Santo en Pentecostés. Hch. 1: 14).

 

A modo de apéndice me voy a permitir una reflexión por la cual considero que la iglesia de Roma, bien se podría denominar mejor mariana que cristiana.  La doctrina de la inmaculada concepción, igualmente conocida como purísima concepción, es un dogma de la iglesia católica, que sustenta que María, a diferencia de todos los demás seres humanos, no fue alcanzada por el pecado original (Doctrina elaborada principalmente por Agustín obispo de Hipona, y se lo toma como la transferencia del pecado a toda la humanidad a partir de la rebeldía de Adán). Al ser concebida sin pecado, María no muere, sino que asciende al cielo. El Papa vigente durante ese período, Pío IX el día 8 de diciembre de 1854, declara esta doctrina, ante 92 Obispos, 54 Arzobispos, 43 Cardenales y de una multitud popular, como dogma de fe (doctrina revelada por Dios), donde pone a María por encima de todos los demás.

Nuestra República Argentina es un país donde la mayoría de sus ciudadanos profesa el culto católico, según datos arrojados por un censo efectuado en el año 2008 por el Conicet, se ubica al catolicismo en el 76,5% de la población.

Durante el régimen de facto de Juan Carlos Onganía (1914-1995, presidente de facto de la República Argentina, al derrocar al presidente electo Arturo H. Ilia, el 28 de junio de 1966), mediante un mensaje de audio, que fue emitido al aire por Radio Universidad Nacional de La Plata, el día 30 de noviembre de 1969 consagró la Argentina a la “Santísima Virgen”.  En ese mensaje se nos recuerda también que nuestra bandera lleva los colores de su manto y túnica.

 

Jorge Rodaro

Ensayo sobre Judas el Iscariote

miércoles, octubre 3rd, 2018

http://collargps.es/tag/localizadort-gps-posicion-en-tiempo-real/feed Breve ensayo sobre Judas el Iscariote

La palabra traición, proviene del latín “traditio”  que se traduce como “entrega”, y que nos define a la acción contraria a la lealtad,  es renegar a un vínculo de amor, amistad o respeto, hacia alguien o algunos. Quien traiciona vulnera la confianza en él depositada, pues actúa contrariamente a lo que se esperaba de él. La traición y el traidor no mueren, los años se suceden  y la historia de la traición no se olvida. El nombre del traidor es repetido históricamente y su oprobio permanece, tanto en las páginas de los libros, como en la memoria del rencor. (Diccionario de la R.A.E.)

Que es lo que conocemos de Judas el Iscariote, aparte del nombre, que hoy resulta  sinónimo de cualquier  felón.

Lo que sabemos de judas, es lo que narran los evangelios sinópticos, que fue elegido por el propio Jesús, que formó parte de su círculo de amigos más íntimo. Y también podemos suponer, (porque estos tres evangelios no lo mencionan), que acompañó a Jesús durante su vida pública al igual que el resto de los apóstoles. Por lo tanto, escuchó sus enseñanzas, presenció sus milagros.

Sin lugar a dudas, Judas fue uno de los apóstoles de Jesús, nada se dice sobre su llamado, ni como ni cuándo se unió a los demás discípulos, tan solo el evangelio de Juan propone un antecedente de su persona, ya que éste actuaba como tesorero del grupo y, según este evangelio, se apropiaba del dinero destinado a los pobres (Juan 12:6). Esto probablemente sea el quedarse con los vueltos de las compras, un vicio más de mezquindad que de avaricia.

¿Se puede nacer traidor, se nace siendo un Judas? ¿Cuando lo parió su madre ya era un traidor? ¿O es con el tiempo que nos vamos volviendo malditos?

El libro de Juan nos dice: “Cuando estaba con ellos, los guardaba en tu nombre, el nombre que me diste; y los guardé y ninguno se perdió, excepto el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliera” (Jn. 17:12 BDLA). Pero  aquí vale hacerse la pregunta ¿Somos todos hijos de Dios desde que nacemos?

Todos nosotros antes de aceptar la salvación por el sacrificio vicario de Jesús en la cruz del Gólgota, fuimos hijos de perdición, así como cada uno de nosotros que fuimos pecadores, necesitamos nacer de nuevo (Jn. 3: 3), la salvación o perdición de cada persona está ligada a una decisión individual de cada sujeto, y no por imposición o forzado por  otro ser. Si creemos que Judas existió para ser predestinadamente perdido, estamos abonando la  doctrina calvinista. El libro de  Lucas nos da una pista muy interesante al respecto: «…y Judas Iscariote, que llegó a ser el traidor» (Lc. 6: 16  RV1960). Judas se convirtió en un “hijo de perdición” Jesús lo elige pensando que Judas podía realmente llegar a ser como Él mismo, un verdadero creyente y Apóstol, Y lo fue por un tiempo. Pero luego: «Y entró Satanás en Judas, por sobrenombre Iscariote, el cual era uno del número de los doce». (Lucas 22:3 RVG). Tanto el carácter de Judas como su evolución hacia la incredulidad, se ven claramente expuesto por el evangelista Juan:   «… Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Jesús les respondió: ¿No os he escogido yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es diablo? Hablaba de Judas Iscariote,

“… Porque éste era el que le iba a entregar, y era uno de los doce». (Jn.6: 68 al 71).

Con él se van a cumplir lo dicho en las profecías, pero  éstas mismas  solo nos hablan en  conjeturas, sin poder determinar  quien puede ser el traidor.

Según los cuatro evangelios canónicos, es Judas quien guía a los soldados que arrestaron a Jesús hasta el huerto de Getsemaní  donde lo encontraron, y al darle  un beso en la mejilla, les indicó quién era entre todos los presentes  (Marcos 14:43 al 46). Por esa traición fue recompensado con treinta piezas de plata (Mateo 26:15).

Judas se une al grupo de Jesús, los comienzos debieron ser buenos, ya que fue un eficiente administrador, así lo confirma la gestión económica llevada a cabo por él, que permitió al grupo viajar con frecuencia, pagarse dietas y repartir dinero entre los pobres, pero, probablemente Judas albergó para si la esperanza de un mesianismo materialista, pero el entusiasmo comenzó a menguar cuando Jesús rechaza los valores de este mundo, y exige tener fe en los valores espirituales: “… Pero entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey, volvió a retirarse al monte Él solo» (Jn.6: 15). El contexto de este pasaje del evangelio de Juan, y de los otros evangelios también,  corresponde al milagro de la alimentación de los cinco mil en la región de Galilea,  probablemente en esos momentos fue cuando Judas renegó de Él. Esa decisión de Jesús de no tomar una opción claramente política y no levantarse en armas contra los romanos como pretendían los grupos guerrilleros zelotes, lo convirtió en decepción y en  estorbo para la causa superior de la lucha contra los romanos. En lo exterior todo seguía igual, pero en lo íntimo la rotura con el Señor ya estaba decidida.  Es sumamente importante el  considerar que es lo que pasa en el corazón de este hombre para poder así  introducirnos más fondo en el drama de la entrega. En la lista de los doce elegidos, en los tres evangelios, se lo designa a Simón, como el cananeo o el zelota (Mt 10:4; Mc 3:18; Lc. 6:15). Estos Zelotas eran un grupo de patriotas revolucionarios que junto a otro movimiento llamado “sicariis”, porque portaban una daga de dos filos que se conocía como “sica”, buscaban liberarse de la opresión romana, se trataba de un movimiento guerrillero, que influiría en la conducta de todo joven idealista judío. Para algunos exégetas el mote de Iscariote, provendría de la deformación de la  palabra “sicarius”. (Durante  años se ha traducido su apellido como Ish Keriot, que traducido quedaría como el hombre de Keriot, un pueblo que para algunos geógrafos se ubicaba en las  mediaciones de Silo y para otros era cercano a Hesrom, (Jos.15:21 al 25) en la región sur de Judea). Juan en su evangelio, primero nos dice, al respecto de lo ocurrido en Galilea luego de la alimentación milagrosa, que muchos de sus seguidores abandonaron a Jesús por sentirse defraudados, y más tarde  nos revela que, en Judas, se comienzan a notar irregularidades con las finanzas, lo que hace suponer que algo cambió en la mente de ese contador,  y que en otra oportunidad,  tampoco  se pudo contener y se opuso abiertamente al uso del perfume de nardos que como  unción a Jesús  fue derramado por María,  sobre sus pies, argumentando acerca de las bondades que se hubieran obtenido por vender el ungüento y entregar el beneficio de esa venta a los pobres: (Jn. 12: 4 al 6). Impulsado por su incredulidad,  o tal vez por su codicia, o quizás, por sentirse decepcionado, es que Judas va a cumplir con la orden de captura establecida por los sumos sacerdotes y por los fariseos de denunciar el paradero de Cristo, (Jn. 11: 56) pidiendo  por entregarle treinta monedas de plata: «…Y les dijo: ¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré? Y ellos le asignaron treinta piezas de plata». (Mt. 26: 15).

 

¿Qué se  puede comprar con el precio del Apreciado?

Para establecer el tipo de moneda que Judas obtuvo por la entrega, (El término utilizado en Mateo 26:15 es “argiria” y simplemente significa plata en griego) en base a ello, y para poder así valorar el beneficio logrado con el precio de su traición, vamos a tener que apoyarnos  en las Escrituras Bíblicas, ya que las leyes judías establecían que en el templo de Jerusalén solo podían utilizarse como moneda de cambio para compra de animales, y  atesorar,  el llamado  siclo de Tiro (Shekel). Si bien existen desacuerdos sobre la identidad de las monedas involucradas, sabemos que este tipo de moneda se  acuñaba  en la región de  Tiro, y  con ella  todo judío estaba obligado a realizar el pago de los tributos al Templo, (medio siclo al año por persona). Por no cumplir los requisitos de pureza en las monedas existentes,  los sacerdotes recibieron de Roma una dispensa especial para producir sus propias monedas,  éstas se trataban de  monedas ceremoniales, con la pureza suficiente para cumplir con las obligaciones religiosas. Esta era la razón de la existencia de los cambistas en los bancales del Templo, que  le gustaban tan poco a Jesús, porque, por realizar ese intercambio obligatorio de moneda, ganaban beneficiosas comisiones. Las famosas treinta monedas que se pagó a Judas por su traición se cree que eran estos siclos, ya que se trataba de monedas que formaban parte del tesoro del templo.

Para algunos autores el precio que los sacerdotes le pagaron a Judas solo alcanzaba para la compra de un esclavo. Pero si volvemos a leer el libro de Mateo, encontramos que Judas no compra nada, sino que al ver que Jesús era condenado, y comprendiendo el horror de lo que había hecho, tiró las 30 monedas de plata en el templo y fue y se colgó (si Judas hubiera sido tan avaro como manifiestan algunos estudiosos, le hubiera resultado muy difícil el deshacerse de las monedas,  y buscaría  atenuantes para su arrepentimiento en pagar el entierro de Jesús, o erigirle un monumento, o escribir y publicar un articulo sobre Él. Los sumos sacerdotes recogieron las monedas y dijeron: «No es lícito echarlas en el tesoro de las ofrendas, porque son precio de sangre». Y después de deliberar, compraron con ellas el Campo del Alfarero como lugar de sepultura para los gentiles, dinero contaminado que solo sirvió para enterrar los cuerpos de aquellos extranjeros que murieran en la ciudad. Por esta razón ese campo se llamó Aceldama, esto es, “Campo de Sangre» (Mt. 27: 3 al 8 BLA). Esta narración del evangelista, no concuerda con el discurso dado por Pedro en el aposento alto, que se reproduce en el libro de Hechos capitulo 1 versículos 18 y 19 donde estipula que Judas compra un campo donde se cayó y “se reventó la cabeza”. Aquí  surgen dos versiones diferentes de su muerte: para Mateo fue un suicidio inducido por el  arrepentimiento, y para Pedro no hubo arrepentimiento sino que solo resultó ser  victima de  un accidente.

 

 

 

Solo dos seres se hallan en condiciones de saber a ciencia cierta que fue lo que pasó por la cabeza de Judas; el propio Judas y el Señor Jesús. Los cuatro evangelistas se muestran muy parcos, y no dicen demasiado sobre las razones que lo persuadieron a traicionar a su Señor, para Mateo y Marcos, fue la codicia, para Lucas, Satanás entró en él, Juan lo tilda de ladrón, Un hombre codicioso, no hubiera permanecido mucho tiempo entre ellos, por el contrario, hubiera buscado otras gentes con mayor poder adquisitivo, el argumento de que satán entra en su corazón,  solamente  me permite  definir la situación de pecado,  los treinta dineros resultan muy poca cosa para un hombre a quien tentaba las riquezas, si hubiera trabajado medio año, hubiera obtenido la misma cifra (un salario normal era de medio ciclo de plata por día). Una secta herética de los primeros tiempos del cristianismo, (siglo III de nuestra era),  los cainitas,  escribieron un papiro en copto (antiguo idioma sirio) que se descubrió en la década de los  70. Este ejemplar lleva por nombre el evangelio de Judas, donde se plantea que Judas el  Iscariote fue el  discípulo favorito de Jesús, y un voluntario que lo entregó a las autoridades romanas para llevar a cabo el  cumplimiento de un plan previsto por el propio Jesús.

¿Por qué necesitamos dilucidar este misterio?

Tal vez porque sentimos que Judas se nos parece demasiado, o quizás porque no nos alcanzan las viejas explicaciones. Todos los desafíos que nos proponemos en nuestras vidas van a ser el material que nos  permitirá ir teorizando y armando los laberintos intelectuales, de donde van a esbozarse las  distintas hipótesis, que con el correr del tiempo, vamos a  ir aceptando, adecuando  o desechando.

Solo Jesús sabe el secreto de la traición, ya que fue quien lo eligió para que fuera uno de los doce, y  para que esparciera la buena semilla del evangelio, tal vez hasta realizó milagros en su nombre,   y aquella noche previa de la traición, Judas compartió de su pan y bebió de su vino, el Maestro también le habrá lavado y secado sus pies. Y lo que tal vez causa mayor desconcierto es que las últimas palabras que Jesús le dirige a las dos de la madrugada, en el huerto cuando recibe el beso mortal es: “Amigo, ¿A qué has venido?” este testimonio del traicionado, nos coloca en un plano de perplejidad, en lugar de arrojar luz, nos provoca mayor  desconcierto, Judas entonces no es el enemigo.

Para quienes aceptan el argumento que nos plantea el evangelio apócrifo de los cainitas, hay un hecho  bíblico que puede actuar como profético de lo acontecido a Jesús, y que puede arrojar luz y dar una acabada compresión al sacrificio realizado por Jesús en la cruz, se trata de la narración en el libro de Génesis, capitulo 37, que nos descríbela historia de uno de los hijos de Jacob,  José que fue vendido  a los mercaderes, por uno de sus hermanos, que también se llamaba Judas. José fue vendido  por odio y para muerte, pero su situación resultó de manera diferente a la planeada, ya que llegó a ser tan rico que pudo enriquecer a su padre, y tan generoso que perdonó a sus hermanos.

 

Raymond Leopold Bruckberger, (1907-1998) quien fue soldado, y luego sacerdote, nacido en Suiza, perteneciente al orden de los dominicos, erudito, hombre de letras  y cineasta.

Nos propone un enfoque distal al anterior, y nos plantea en su libro -La Historia de Jesucristo- Un Judas mundano, convencido de que la grandeza de este mundo nace de la fuerza, escribe:

“En  el fondo Judas era del mismo mundo que los adversarios de Jesús, era, como ellos un realista político. Pero mientras los enemigos de Jesús temían y respetaban la fuerza romana, judas, por su parte pensaba que Jesús, con su poder taumatúrgico, podía barrerlo todo, incluida Roma con sus legiones. No se engañaba. Pero no pudo imaginar que se dispusiera de tal poder sin usarlo para barrer, efectivamente, a Roma y sus espantosos colaboradores. Cuando judas traicionó y pasó al otro campo, no hizo más que unirse a los suyos. Sin embargo, era mucho mayor que sus nuevos amos, y lo comprendió muy bien. Murió por ello: se suicidó”.

Argumento de peso, si se quiere, ya que convivir la lado de Jesús resultaba muy problemático aún para aquellos apóstoles que aunque su Maestro explicara, no lograban comprender los objetivos de Jesús, hubo quienes recién después su resurrección lograron entenderlos. Por otra parte, en un escenario donde el Señor resucita a Lázaro, (muerto cuatro días después de ser sepultado) y que además, logra su mejor momento político ya que los pobladores de Jerusalén lo van a recibir con mantos y hojas de palma, gritándole aires de gloria y  dando a  entender que para ellos, Jesús era el mesías davídico, libertador que los haría vencer y destruir a la poderosa Roma y sacudiendo del pueblo  el yugo romano, eliminando a los enemigos y a esos reyes títeres que les gobernaban, retrotrayendo a Israel a sus épocas de gloria.

El arresto y la crucifixión de Jesús, al igual que la parodia del juicio a que las autoridades lo habían sometido. Generó en muchos un sentimiento amargo de impotencia y derrota, y ese derrotismo dio lugar a una transferencia del odio: ya no se odia al enemigo, sino que hay que detestar al hombre de honor y de esperanza que provoca al enemigo.

Muy pocos fueron quienes entendieron realmente el camino profético que iba a tomar el Señor.  Mucho antes que el centurión romano hiciera su profesión de fe, luego de clavar su lanza en el costado del Cristo crucificado, una mujer  María de Magdala se iba a dar cuenta de lo que su Señor debería afrontar y,  llorando  frota en sus pies y en su cabeza,  a Jesús con un perfume de nardo de un valor estimado de trescientos denarios (con ese frasco, alcanzaba para  dar  de comer a cinco mil personas), La Magdalena lo ha ungido a su Rey, como se ungía a los reyes y sacerdotes, pero al mismo tiempo la compungida María le va a brindar las exequias para su muerte y sepultura. El acontecimiento ocurrió  durante el ágape en casa de Simón el “leproso” en  la ciudad de Betania,

¿Fue solamente Judas el único que se sintió atraído por la traición?

Tal vez todos nosotros usamos el nombre de Judas como coartada. Siempre nos viene bien un chivo expiatorio en quien cargar todos nuestros fallos. De un modo u otro todos a Jesús le traicionaron, algunos abandonándole, o en el puntual caso de Pedro negándole tres veces antes del canto del gallo. Todos tuvieron miedo. Su traición no es distinta de las nuestras, todos esos esfuerzos por verle como un monstruo, no son otra cosa que intentos de engañarnos a nosotros mismos diciéndonos que no somos como él, pero lo que le ocurrió a Judas esa noche del miércoles, es lo que nos acontece exactamente a cualquiera de nosotros a la víspera de pecar.

Sí, cada uno de nosotros contribuyó  a esa traición, cada uno de nosotros ha puesto su cuota infinitesimal, para comprarlo, y todos hemos participado en la tarea de reunir aquellas treinta monedas, que a lo largo de los años, se han multiplicado en  tantas que todo el recinto del templo de Jerusalén no alcanzaría para contenerlas.

 

Jorge Rodaro

 

http://mariaeliasdn.es/eventos/2019-11-15/ Notas

Las citas bíblicas que solo expresan el libro, capitulo y versículo, pertenecen a la versión Reina Valera revisión 1960.

Las citas bíblicas señaladas con las siglas BDLA, pertenece a la versión La Biblia de las Américas.

Las citas bíblicas señaladas con las siglas BLA, pertenece a la versión La Biblia Latinoamericana.

Las citas bíblicas señaladas con las siglas  RVG, pertenece a la versión Reina Valera Gómez.

Ensayo sobre José de Nazareth

miércoles, octubre 3rd, 2018

José de Nazaret

En nuestros años de juventud, tanto mi hermano como yo mismo, practicábamos una disciplina deportiva muy competitiva, actividad que se podría resumir  en la necesidad de ganar a toda costa. Al  finalizar cada competencia, cuando algún curioso nos preguntaba por quién había llegado primero, contestábamos el nombre del ganador, pero cuando nos preguntaban por el segundo, ambos respondíamos,-“no hay segundo… hay un primer perdedor…-“

La cultura que nos atraviesa, exalta al éxito, ya que nos educan para ser competitivos y triunfadores,  el segundo puesto ya no sirve, solo se exalta al número uno, al campeón (a veces sin importar, como se logra llegar)

Nos enseñaron quien viajó por primera vez a América, pero nada o casi nada se dice sobre el segundo viajero.  La misma sociedad nos estimula para que  seamos exitosamente reconocidos, hay un afán notable de triunfar, de poder pertenecer a  una sociedad de “mejores”.

Este espíritu de querer sobresalir, y brillar, nos atraviesa como creyentes y también se refleja en las Escrituras, en ellas hay interesantes ejemplos: como el caso de Nimrod  el cazador del libro de Génesis capítulo 10; el de Sansón del libro de Jueces capítulo 13; o de Santiago y Juan, los hermanos Boanerges, del libro de Mateo capítulo 20; por mencionar algunos.

Pero, José de Nazaret haciendo gala de una contracultura,  pasará de manera casi inadvertida en las Escrituras, ya no se conocen palabras expresadas por él,  sino que sabemos de él aquello que se refleja en sus obras, sus actos de, amor y de protección como padre responsable del bienestar de su mujer como  de su  Hijo, y que su fe que fue probada con fuego como el oro, ante el misterioso embarazo de María.

Las principales fuentes de información sobre José son los primeros capítulos de los evangelios de Mateo y Lucas, (en el evangelio de Juan también se menciona en el capítulo 1  versículo 45).

En el evangelio de Mateo leemos que: “Jacobo fue padre de José esposo de María, de la cual nació Jesús llamado el Cristo”. (Mt. 1: 16 RVR 1960), en el libro de Lucas, se lo menciona como: “…Hijo de Eli” (Lc. 3: 23 RVR 1960). No era el padre natural de Jesús, pero lo adoptó como hijo, y ello fue suficiente para que éste también  fuera considerado “Hijo de David”.

El simple y querido Mateo, en el capítulo 1 versículo 18 nos muestra a una joven familia compuesta por la madre el padre y por el niño Jesús.

El  relato bíblico nos narra que María, estaba comprometida y luego desposada  con José, lo que era habitual por aquellos tiempos, el compromiso (erusin) se establecía de niños, y el desposorio era una ratificación del compromiso, e implicaba que ambos esponsales por periodo de un año, viviesen como casados, pero sin cohabitar, aunque el vínculo que los unía era sumamente estrecho, al punto de llamárselos a ambos esposos. El matrimonio recién se efectivizaba, cuando la prometida era llevada a casa del prometido con gran ceremonia.  Por ese entonces María tendría unos 13 o 14 años y José orillaba entre los 18 y 20 años. Es durante esa larga espera que María le confiesa que no sabe como, a raíz de un encuentro que mantuvo una tarde, con un apuesto mensajero (que no la tocó ni nada), ella quedó encinta (Lc. 1: 26 al 32 RVR 1960).

Mateo también nos narra que “… antes que se juntasen, se halló que (María) había concebido del Espíritu Santo…” (Mt.1:18 RVR 1960). Algo muy difícil de creer, tanto en esa época, como en el momento actual, aún si  conocemos las muy modernas perspectivas científicas, de  fecundación asistida y partenogénesis, que nos permiten hacernos una idea más acabada sobre ese u otro nacimiento milagroso, y aún teniendo entre nosotros  la Biblia, nos va a resultar tan difícil de creer como seguramente le sucedió a José.

Nos encontramos ante una María desconsolada, perpleja,  un José confuso, desconcertado,  y una situación a resolver. En el pensamiento judío el Espíritu Santo es interpretado como quien trae la verdad de Di-s a los hombres, actúa como el Poder o Fuerza Activa de Di-s, el Ruajh Hakodesh,  que puede traducirse como un “Soplo Divino” y que es una personificación del poder creador a través del cual Dios participa en su creación y opera sobre ésta. (Joel 3: 1 y 2). José conocía como judío piadoso todo ello, pero vivía en una sociedad tremendamente machista, que no le dejaba muchas soluciones. La ley judía era tan dura en cuanto a infidelidad entre novios como entre esposos, y el castigo por adulterio de morir lapidado, se aplicaba también a los esponsales (Dt. 22: 23-24), José es justo, pero no de adherir a una justicia vengativa, por la que arrogándose los derechos que le brinda su inocencia, repudie a su mujer, escribiendo a ambas familias la legal carta de repudio según el libro de Deuteronomio capítulo 24 versículo 1, y por la cual quedaba libre de sospecha y de responsabilidad, pero el enamorado José, resolvió dejarla en secreto, una manera de hacer un menor daño, aún a costa de quedar mal el mismo, porque con su abandono cargaría la culpa de no querer asumir la paternidad. El texto que nos relata Mateo, nos dice que no puede conciliar el sueño y en ese duermevela se le aparece un mensajero que le revela la situación de María. Y  José se hace cargo abiertamente.

En el libro de Lucas capítulo 2 versículo 4, vamos a encontrar otra faceta de la personalidad de José. A partir del año 6 de nuestra era, Roma en poder del emperador Augusto decreta un censo impositivo, un censo de esta índole no solo se realizaba para contar la población, sino que también le permitía a Roma, conocer los oficios de los censados, sus ingresos, que población se encontraba apta para el ejército, y actualizar las tasa impositivas.

Vemos a un José cumplidor de la ley, ya que se traslado con su prometida embarazada hasta la población de Belén a unos 115 kilómetros de distancia. (La ley no obligaba a María a viajar, solo  los hombres estaban obligados, pero ésta pudo haberlo hecho para no permanecer sola en las circunstancias en las que se encontraba, o para asegurarse una soledad, en el nacimiento de Jesús que no le sería fácil tener en Nazaret). La aldea de Belén estaba construida sobre una lomada rocosa que presentaba una serie de cuevas naturales, o hechas por la mano del hombre para vivir en ellas. No había sitio en la aldea, y solo pudieron conseguir una cueva que poseía dos salas, separadas por una estrechez natural,  en la sala que se hallaba más al fondo, que también era utilizada como  bodega y establo, fueron instalados María y José y es allí mismo donde María dio a luz a su primogénito.

Augusto gobernaba Roma, el imperio más grande del momento y Herodes el Grande, violando la ley ya que era el usurpador del trono de Judea (Dt. 17: 14 al 20), agregada al imperio romano en el año 60 y definitivamente unida a este vasto imperio en el año 44 (antes de Cristo). Este siniestro personaje que no era ni hebreo, ni griego, ni romano, era un edomita (Idumeo en griego) y que se había casado en segundas nupcias, con Mariamne, que era sobrina nieta de los  Asmoneos, descendientes directos de los Macabeos, dinastía de reyes sacerdotes, y a quien mandó asesinar, al igual que a la madre, sus cuñados y a sus propios hijos, y a todo aquel que le podría sacar el trono. Por estos horrendos crímenes,  el historiador  Flavio Josefo, cuenta en sus “Antigüedades Judías” que  el emperador Augusto  dijo que: “era mejor ser el cerdo de Herodes que su propio hijo, ya que un cerdo tenía más probabilidades de sobrevivir en una comunidad judía”. Como Procurador, fue el constructor de la ciudad de Cesárea; de la fortaleza de Masada; también acicaló el segundo Templo de Jerusalén, la torre Antonia, que luego se conoció como “pretorio” porque se convirtió en la sede de alojamiento de los pretores (magistrados que resolvían los pleitos que surgían tanto en Roma como en las provincias anexadas al imperio), es allí donde  fue presentado a Pilatos nuestro Señor Jesucristo. Sacando fondos de su tesoro personal,  pagó compras de  trigo de Egipto para alimentar a su pueblo, pero a pesar de que Josefo nos sigue diciendo en sus “Antigüedades Judías” que se produjo con este rey el mayor progreso edilicio de la historia, éste no logró que los judíos lo aceptaran, ya sea  por su servilismo hacia los romanos como por  su estilo de vida aristocrático y pagano (también hizo construir un teatro y un anfiteatro). Supersticioso como buen oriental, y crédulo a los presagios y vaticinios, se empezó a sentir inquieto cuando supo por los magos de oriente que se allegaron desde más allá de Galilea guiados por una estrella que había nacido un Rey de Judea. Y más se estremeció cuando éstos no regresaban para indicarle donde había nacido el descendiente de David.

El texto de Mateo capítulo 2 versículo 12 y siguientes, nos  cuenta la historia del primer exilio de esta sagrada familia, cuando José es alertado por un sueño y logra huir hacia el occidente, atravesando las tierras de Canaán, para llegar al Egipto que había sido entregado a la tutoría de  Roma por el matrimonio real de Cleopatra y su hermano  Tolomeo IV.

María y José con su pequeño Jesús, van a permanecer en Egipto, hasta que proféticamente se le es anunciada la muerte de Herodes y  sobreviven en estas tierras merced a los presentes y obsequios que les presentaron aquellos magos de oriente.

La matanza de los niños inocentes fue el último genocidio planificado y perpetrado por el sanguinario Herodes, (los magos de oriente no volvieron para su reino a informar sobre el niño Jesús, y éste en represalia mandó a ejecutar a los niños menores de 2 años en la aldea de Belén). Pero transcurrido un tiempo  su cuerpo fue victima de una gangrena que comenzó en sus genitales que se le llenaron de gusanos, y que se propagó por todo su cuerpo,  al sentir repugnancia de su propio estado, se tentó a matarse clavándose un cuchillo, previo ordenar a su nueva concubina la ejecución de muchos jóvenes encarcelados, para asegurarse que alguien llorase el día de su muerte.

El cambio de vida que le propuso a la pareja el nacimiento del Mesías:  de Belén a Egipto y luego de Egipto a Nazaret, nos habla de un hombre acostumbrado a tomar decisiones y a aceptar los desafíos, sus vidas no fueron fáciles, y la pregunta de  ¿Cómo mantenía a su familia? nos surge inevitablemente, en Mt. 13:55, se nos dice que Jesús era “hijo del carpintero”, dato que nos permite indagar un poco más sobre el oficio de este hombre, (la palabra que el autor utiliza, proviene del idioma griego:  “Tectón”, que puede traducirse como: obra, obrero, y que definía a la menor jerarquía en la escala de salarios a los trabajadores de la construcción, la mayor era “Architectón”, de donde nos proviene la palabra arquitecto), por tanto José era un carpintero de obra, acostumbrado más a la realización de artesonados de techos, herramientas de labranzas y yugos, que muebles y enseres hogareños, profesión que le permitía ganar el sustento cotidiano con sus propias manos y que también le enseñó a su hijo. De  condición humilde, aunque descendiente de reyes, ya que pertenecía al linaje davídico, vive de su taller, transformando la madera en obras visibles, concretas, ordinarias, comunes pero que les son de utilidad a todos los hombres y las  mujeres de su aldea.

Desciende de reyes y su pequeño hijo adoptivo nació en un pesebre,  José no pertenece a la casta de los adinerados, sino más bien a la clase inmediatamente anterior a los vagabundos, prostitutas, mendigos, esclavos, prófugos y criminales. Serrucha y clava las maderas y fabrica una puerta protectora, realiza creaciones que pasan inadvertidas a nuestros ojos ávidos de ver lo sorprendente. Oficio que tanto a él como a su hijo, les enseño que la vida significa el transformar las cosas inútiles, en útiles. Se puede entender también, que llevó una vida marcada por altibajos, ya que en el libro de Lucas se nos relata que,  para pagar el rescate por  Jesús, como dice la ley, va a entregar a los sacerdotes, para sacrificar, dos tórtolas, la mínima ofrenda que la ley autorizaba. (Lc. 2:24).

La vida de José fue breve, la tradición nos dice que tanto los sufrimientos, como los gozos, de José con María y Jesús no duraron mucho tiempo. No sabemos a ciencia cierta cuándo murió José, pero podemos suponer que su muerte tuvo lugar bastante tiempo antes del comienzo del ministerio público de su hijo Jesucristo. El evangelio de Juan no hace mención alguna  de José en las bodas de Caná de Galilea (Jn. 2: 1 al 12), en el pasaje, sólo aparecen Jesús y su madre. Un dato curioso lo aporta Marcos en su evangelio,  cuando llaman a Jesús «hijo de María», probablemente porque José ya había muerto hacía tiempo y los habitantes de Nazaret conocían bien a su madre y parientes (Mc. 6: 3). Esta expresión, que resultaría inconcebible en las genealogías judías, (oficialmente Jesús era conocido como “Yeshúa ben Yosef” es decir Jesús hijo de José), nos va a hablar del decir cotidiano entre la gente de la aldea que se conocían.

José con su vida nos deja un maravilloso testimonio de silencio, humildad, abnegación y sacrificio, y de una fe obediente. Sin  duda él es ejemplo de un ser humano capaz de sentir un profundo y sincero  amor para con su mujer María  y para con su hijo Jesús.

 

Jorge Rodaro