Ensayo sobre María de Nazareth

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Tanto el nombre de María o Myriam (según la lectura que corresponda), como así también el personaje que representa,  ha sido objeto de muy diferentes tratos entre las diversas denominaciones cristianas;  habrá quienes rescatan a María desde un trasfondo católico-romano, ubicándola en un sitio no bíblico, sino propuesto por la tradición, donde se le atribuyen un sinnúmero de potestades espirituales más ilusorias que verdaderas, y en franca contraposición,  cuando ésta es  apreciada desde una perspectiva evangélica, se nos muestra a una María inerte, poco conocida, y en algunos casos hasta prescindente. Sin embargo María fue indispensable para el cumplimiento del  plan de Di-s, ya que fue escogida por el Señor mismo para llevar en su vientre al Mesías

Es necesario entonces, arrojar luz para dilucidar este controversial tema, simplemente escudriñando lo que Di-s nos quiere revelar por intermedio el Espíritu Santo, a través de la lectura de su  palabra.

El historiador y cronista conocido como Lucas, (apócope de Lucanos), un médico gentil, que fue amigo del apóstol Pablo (Col. 4: 14), erudito e investigador,  que si bien no fue  testigo presencial de los hechos transcurridos, pero que mantuvo una serie de entrevistas con María de Nazareth, tiempo después de haber transcurrido tales sucesos, y que los terminó reconstruyendo en su evangelio. Tengamos presente que si María engendró a Jesús a los 16 años, tendría alrededor de 50 años cuando éste fue crucificado, y probablemente haya tomado contacto con Lucas entre sus 65 o 70 años de edad, (etapa en que el ser humano tiene mayor memoria remota, que reciente), es muy probable que el evangelista, haya escrito los dos tomos de su obra, (Evangelio y Hechos) como ensayo para ser utilizado a modo de prueba en  defensa del apóstol Pablo, preso en  prisión, por el juicio que éste confrontaba ante  el tribunal de Roma (Hch. 28: 1-16). Tal reconstrucción de sucesos será utilizada como la principal fuente de información para la realización del presente trabajo.

En este tercer evangelio, redactado entre los años 60 y 70 de nuestra era, en el capítulo 1 versículos 26 y 27, Lucas nos cuenta: “al sexto mes, (se trata del sexto mes de embarazo de Isabel, esposa del sacerdote Zacarías, prima de María, y también  futura madre  de Juan el bautista) el ángel Gabriel fue enviado por Di-s a una ciudad de Galilea, llamada Nazareth, a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María”,   Acto que se conoce como La Anunciación.

Tanto en el judaísmo como en el cristianismo, Gabriel es un mensajero enviado por Di-s a ciertas personas. Anteriormente había descendido en Judea para encontrarse con Zacarías, sacerdote de la orden de Abías, esposo de Isabel, mientras éste realizaba la ofrenda del incienso en el santuario. Aunque Judea era el lugar donde se encontraba el Templo, éste era un pueblo de características más bien rurales, Mientras que  Galilea, por el hecho de encontrarse entre fronteras con  otras naciones, presentaba ciudades más urbanas y de mayor desarrollo. Los galileos no estaban muy  bien vistos en aquellos tiempos, por su relación con poblados gentiles, la región se la conocía como “Galilea de los gentiles”, sus pobladores habían establecidos lazos comerciales y étnicos con gentes de ciudades no judía, por lo cual no eran considerados  “aptos” (Cashrut en hebreo o Kosher en yiddish) por los otros judíos.

Gabriel el ángel del Señor, descendió sobre Nazareth, una población situada en la “Galilea de los Gentiles”. Nazareth, como toda ciudad galilea, manifestaba cierto aire gentil, e incluso también soportaba mala fama entre aquellos judíos no galileos, (Jn. 1: 43-46). Pero lo que resulta interesante, es que Gabriel, para realizar la elección de una jovencita encomendada por mandato divino, se dirige a Nazareth y no a Jerusalén, que oficiaba como el centro religioso oficial, donde se encontraban las élites compuestas por fariseos y  saduceos.

La sociedad religiosa judía por aquel entonces, estaba compuesta por dos grupos mayoritarios: los sacerdotes saduceos, que celebraban sus rituales en el Templo y los fariseos que se establecían en las Sinagogas, ambas clases van a representar a los grupos o partidos religiosos mayoritarios de esta época, los saduceos conformaban lo que sería definido como el partido aristócrata conservador, que encontraba su fortaleza en el templo, ya que se trataba de un grupo no muy numeroso, pero con mucha fuerza social, manifestaban tener  una naturaleza desconfiada y eran de proceder cauteloso, (el ángel Gabriel, lo comprobó con el sacerdote Zacarías), negaban la inmortalidad y la resurrección, no creían en ángeles ni en espíritus, (Hch. 23: 6-8) rechazaban la tradición oral ya que solamente creían en la aplicación rígida y severa de la ley mosaica, aceptando como autoridad, solamente los escritos del antiguo testamento. En contraposición a éstos, la secta de los fariseos, eran quienes expresaban una sólida tendencia legalista, ya que se entregaban al estudio a fondo de la Torá y de las tradiciones rabínicas, teniendo a estas últimas en muy alta estima, poniendo énfasis en un ritualismo que se basaba sobre todo lo referente a guardar el sábado, ofrecer diezmos, y a guardarse puros ritualmente, tales  entes eran exteriorizados de una manera excesiva por los integrantes de este grupo quienes  además, demostraban muy poco interés en cuestiones políticas,  apreciaban la lealtad y el compañerismo entre sus pares.

María, una jovencita campesina que contaba con unos 15 o 16  años de edad, se encontraba desposada con José, descendiente de la casa de David, un modesto y humilde trabajador de carpintería de obra, al decir que María estaba desposada, entendemos que la pareja  estaba viviendo el período prenupcial que tienen las parejas judías. En una forma muy resumida y basándonos en referencias muy dispersas y fragmentarias, entendemos que el matrimonio en Israel se constituía en tres pasos: en primer lugar se establecía un pacto de boda por parte de los padres de los futuros novios, en este pacto que se realizaba generalmente cuando los pretendientes eran aún pequeños, los padres o tutores de ambos los comprometían en futuro casamiento, el segundo paso era cuando ambos jóvenes ya mayores, se desposaban, esto quiere decir que mediante una pequeña ceremonia de compromiso, se desposaban mutuamente, este período duraba un año, (la pareja durante ese lapso no convivía), y tenía como  finalidad mostrar a la sociedad, el estado virginal de la futura esposa,  era un compromiso formal que tenía carácter matrimonial legal,  ya que para incumplirlo, se debía recurrir a la figura del divorcio, (es por eso que en Israel se daba la circunstancia de “viudas vírgenes”), María estaba en esta circunstancia cuando es visitada por Gabriel,  y por último, finalizado ese período prenupcial, se cumplía el tercer paso que consistía de una ceremonia por la cual la novia era conducida a la casa del novio donde iban a vivir juntos.

El ángel, entrando donde María se encuentra, la saludó con las siguiente palabras: “Salve muy favorecida, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres”.  Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres. Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta. Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.  (Lc. 1: 28 al 33). Los interrogantes que le habrán surgido a María, fueron los mismos que nos podrían surgir a muchos de nosotros: ¿Por qué yo? ¿Ya estaré casada con José cuando ocurra? Pero María mostrando una simple pero firme fe, solo va a preguntar ¿Cómo se va a llevar a cabo ese extraordinario suceso? (Lc. 1:35 al 38). Este comportar de María nos permite intuir sobre su personalidad, se nos presenta como una mujer valerosa, ya que este llamado evidenciaba ser victima del desprecio de la sociedad patriarcal y machista en la que vivió, pero también  nos deja ver como era su fe, y nos propone un ejemplo de esa fe para nosotros mismos,  ya que cuando Di-s nos anuncia un suceso, cuando Él acuerda algo con nosotros, la respuesta que debemos darle es  desde un corazón agradecido, diligente, ilusionado y deseoso: “Hágase conmigo conforme a esa palabra”. Con que humildad de corazón, coronó su repuesta al ángel, ella sabía que si el Señor te distingue, también se encarga de todo lo demás.

La humildad de María era la ética que Nuestro Señor necesitaba en quien iba a llevar a su Hijo Unigénito en su matriz, porque El sabía que el diablo intentaría tentarla como tentó a Eva, a través de la seducción que brindan las promesas mentirosas, la estrategia diabólica va siempre para el mismo rumbo, el poder ser como Di-s, en este caso robándole la gloria al Unigénito del Padre, proponiendo inescrupulosamente una falsa figura de ella, que acaparase toda la  atención de la humanidad hacia ella, pero, no lo pudo lograr con la verdadera ya que ella no buscó su propia gloria, sino que tuvo que pasar mucho tiempo después de muerta, para la construcción de esa falsa doctrina que se ha extendido por toda la orbe.

Dos rasgos que también se destacan en su personalidad, son: su carácter humilde y su coraje. Fue humilde en el episodio de Caná de Galilea, cuando Jesús realiza su primer milagro al convertir en vino el agua de las abluciones, “Haced todo lo que Él os dijere” Jn. 2: 5 RVR). Situación difícil la que se les presenta a los organizadores de ese evento, calcularon mal y se les había acabado el vino.

María preocupada por tan angustiante situación, se lo refiere a su hijo, Jesús le llama mujer, lo que nos demuestra que  su posterior actuación no se va dar en  relación con el marco familiar. María supo siempre que no era la voz preponderante, no rogó, ni se impuso, simplemente le anunció a Jesús cual era la carencia de esa boda, lo que nos demuestra que ella también era consciente de la autoridad de Cristo, después de esta escena, María va a decir su mensaje de mayor importancia; “haced todo lo que Él os dijere”, que en otras palabras se puede condensar en el que tiene la solución es Él, y Él les dirá que se debe hacer.

El otro rasgo, es el que nos habla de una mujer de coraje, como lo demostró al pié del calvario, como testigo de la ejecución de su hijo.

La Biblia nos habla de las multitudes que lo seguían. Hubo quienes lo seguían por como enseñaba, otros por los milagros que Él realizaba,  Otros porque les daba de comer ya sea  multiplicando los panes o con pescas abundantes. (Mc. 3: 7 y 6: 6). Esa misma multitud que lo seguía para recibir sus milagros, fue la que produjo un cambio radical de sus ideología cuando comenzaron a  gritar “crucificadle, crucificadle” (Jn.19: 6) al momento que el Señor fue llevado al Pretorio ante Pilatos, nos parece algo increíble que aquella gente que le seguía, no solo no se comportó agradecida con Jesús, sino que lo quiso matar. Tampoco fueron excepción sus doce discípulos, ellos también tenían sus pormenores: Pedro le negó tres veces, Judas le traicionó por monedas de plata, Tomás adoptará una postura incrédula. Por nuestra naturaleza todo lo que nos sucede en nuestro interior se va a manifestar en nuestro exterior.

Pero junto a la cruz en el Gólgota, solamente estaban de pie: su madre, María la esposa de Cleofás, Salomé, María Magdalena y Juan el discípulo amado por el Señor, (Jn. 19: 25 al 27); quien contaba con unos 15 o 16 años, todos quienes le conocían estaban de pie a lo lejos, pero estas mujeres, no le tuvieron ningún miedo al  poderoso ejército romano. También estuvo presente cuando Jesús ascendió a los cielos (Hch. 1: 13 y 14), y se encontró entre los 120 que  recibieron el Espíritu Santo en Pentecostés. Hch. 1: 14).

 

A modo de apéndice me voy a permitir una reflexión por la cual considero que la iglesia de Roma, bien se podría denominar mejor mariana que cristiana.  La doctrina de la inmaculada concepción, igualmente conocida como purísima concepción, es un dogma de la iglesia católica, que sustenta que María, a diferencia de todos los demás seres humanos, no fue alcanzada por el pecado original (Doctrina elaborada principalmente por Agustín obispo de Hipona, y se lo toma como la transferencia del pecado a toda la humanidad a partir de la rebeldía de Adán). Al ser concebida sin pecado, María no muere, sino que asciende al cielo. El Papa vigente durante ese período, Pío IX el día 8 de diciembre de 1854, declara esta doctrina, ante 92 Obispos, 54 Arzobispos, 43 Cardenales y de una multitud popular, como dogma de fe (doctrina revelada por Dios), donde pone a María por encima de todos los demás.

Nuestra República Argentina es un país donde la mayoría de sus ciudadanos profesa el culto católico, según datos arrojados por un censo efectuado en el año 2008 por el Conicet, se ubica al catolicismo en el 76,5% de la población.

Durante el régimen de facto de Juan Carlos Onganía (1914-1995, presidente de facto de la República Argentina, al derrocar al presidente electo Arturo H. Ilia, el 28 de junio de 1966), mediante un mensaje de audio, que fue emitido al aire por Radio Universidad Nacional de La Plata, el día 30 de noviembre de 1969 consagró la Argentina a la “Santísima Virgen”.  En ese mensaje se nos recuerda también que nuestra bandera lleva los colores de su manto y túnica.

 

Jorge Rodaro

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